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El arte de amar cartel reducidoEl arte de amar(L'art d'aimer)
Dirigida por Emmanuel Mouret
¿Qué te parece la película?

Entrevista con el director Emmanuel Mouret

P: ¿Cómo surgió El arte de amar?

R: Suelo anotar en libretas lo que se me pasa por la cabeza. A veces son simples situaciones, y a veces principios de relatos. Para escribir el guión de EL ARTE DE AMAR, recurrí a esas notas, algunas recientes y otras que se remontaban a diez años atrás, como es el caso de la historia de Amélie, la joven que quiere a toda costa ser de utilidad a los demás y acaba teniendo que lidiar con reacciones inesperadas; pero todas giran en torno a ese juego del deseo con los sentimientos, un tema que me interesa desde siempre.


P: ¿Por qué reunir todas esas historias y no elegir solo una?

R: Tenía ganas de hacer una película muy densa, muy rápida, con relatos encadenados y entrecruzados. Algunas de esas historias podrían haberse desarrollado de forma independiente a lo largo de una hora y media, pero quería una ficción construida en torno a momentos esenciales, como una recopilación de relatos.


P: En EL ARTE DE AMAR encontramos una paradoja muy importante para usted: la joven pareja que pone a prueba sus sentimientos lanzándose al adulterio, la pareja madura cuya mujer siente la tentación de ceder a sus deseos y advierte al marido...

R: En EL ARTE DE AMAR, cada una de las situaciones analiza la problemática del deseo y propone un examen de conciencia. Mis personajes pretenden ser libres y quieren satisfacer sus deseos con total transparencia. Es algo que me divierte y me fascina. Me permite, sobre todo, examinar nuestras costumbres actuales y, como quien no quiere la cosa, plantear cuestiones morales, sin que lleguen a ser nunca moralizadoras.


P: ¡Cuántos rodeos para decir «Te quiero»!

R: Se pueden preferir los rodeos a la línea recta. A menudo, en las películas, dos personajes se sienten atraídos el uno por el otro e inmediatamente se acuestan juntos. A mi alrededor veo que las cosas ocurren de forma mucho más compleja. Para satisfacer el deseo de uno, hay que satisfacer también la conciencia. Es algo que nos concierne a todos, incluso a aquellos que tienen infinidad de aventuras. Mis personajes se enfrentan a situaciones en las que existe un impedimento moral, de negociación con ellos mismos y con otros. Me interesan los procesos que llevan a estar en consonancia con un deseo inestable por naturaleza. Por otro lado, son una garantía de ficción y suspense. Como espectador, me gusta sentirme impaciente por saber qué va a pasar. Como cineasta, lo pongo en práctica.


P: Varios rótulos salpican la película, así como numerosas propuestas («No hay que rechazar lo que se nos ofrece», «El deseo es inconstante», «Sin peligro, el placer se atenúa»...).

R: Me parecía divertido jugar con esos consejos. Pensé que podían enriquecer las interpretaciones que el espectador podía dar a las distintas historias que viven los personajes. Por supuesto el título EL ARTE DE AMAR proviene de la obra de Ovidio, que es un referente ineludible de los manuales de consejos amorosos. Sin embargo, aquí los personajes no son artífices de un método o una técnica, sino más bien juguetes de sus propios deseos.


P: «No hay amor sin música», reza el primer rótulo.

R: La primera historia, la del compositor en busca de la música y el amor, sirve de prólogo. La música no es lo que acompaña el relato, es el argumento y el núcleo. Enseguida sumerge al espectador en el clima y el tono de la película. Un tono lúdico, colorista, sentimental y a veces más serio.


P: El humor y la frivolidad están omnipresentes en EL ARTE DE AMAR.

R: Me tomo el tema muy en serio, pero espero no tomarme en serio nunca. Me resulta indispensable mezclar la fantasía con cierto grado de seriedad. El humor indica una distancia, un pudor... Schubert decía que cuando componía música triste, incluía invariablemente (a pesar suyo) una tonalidad jovial, y viceversa. Modestamente, intento hacer lo mismo. Es una cuestión de carácter. No soy una persona entera, sino más bien dubitativa.


P: ¿Por qué un narrador y una voz en off?

R: Permite acelerar el relato, abreviar y reunir todas las historias contadas en la película. A priori, en el cine no se dice lo que piensan los personajes: debe sugerirse. Pero disfruto haciendo lo que no se hace. Creo que cuanto más se dicen las cosas, más ricas, complejas y, paradójicamente, enigmáticas se tornan. Prefiero el misterio que anida en la extrema claridad, más que en la imprecisión. Me costó encontrar al narrador. Una voz puede ser más difícil de encontrar que un actor. La de Philippe Torreton, clara y asertiva, se correspondía con lo que buscaba.


P: ¿Qué principios de puesta en escena siguió?

R: Laurent Desmet, mi operador jefe desde CHANGEMENT D'ADRESSE, y yo intentamos con cada película explorar cosas nuevas. En EL ARTE DE AMAR buscábamos ritmo, contraste, variedad y fluidez. Privilegiamos el plano secuencia. No por gusto, sino por encontrar una manera adecuada y viva de filmar a personajes que están la mayor parte del tiempo en situaciones de diálogo.

Queríamos evitar el uso sistemático del plano contra plano.

Los actores debían estar en constante movimiento y el dinamismo de la puesta en escena tenía que reflejar la idea de circulación y de cambios constantes de perspectiva. También trabajamos mucho el sonido, lo que no se muestra, el off. Es interesante y bonito, un «Te quiero» pronunciado por un personaje que no vemos.


P: Filma París, interiores, pero también, en repetidas ocasiones, un bosque que guarece las emociones de sus personajes.

R: Yo, que vivo en Marsella, sentí un auténtico flechazo con ese bosque del Valle del Oise. Nos permitía ampliar el espacio parisino y ofrecer un contraste suplementario al núcleo de película. París, edificios antiguos y contemporáneos, ruinas, bosques: en EL ARTE DE AMAR recorremos paisajes, épocas, tendencias...


P: Le encantan los actores y en esta película se ha deleitado. Empecemos por las «veteranas» de su
universo: Judith Godrèche y Frédérique Bel.

R: Tenía ganas de coincidir de nuevo con ellas, aunque a la hora de elegir a los actores, siempre hay un componente de azar, timing y disponibilidad. Me gustó trabajar de nuevo con ellas, así como con Ariane Ascaride, que aparece también en CHANGEMENT D'ADRESSE, y Elodie Navarre, con la cual, en el pasado, estuve a punto de hacer un proyecto que al final no salió.


P: Y los recién llegados: Stanislas Merhar, François Cluzet, Laurent Stocker, Pascale Arbillot, Gaspard Ulliel, Julie Depardieu. Una vez más, ¡qué variedad!

R: Me alegro de haberlos conocido. Todavía hoy me asombra la suerte que he tenido. Hacía años que soñaba con trabajar con François Cluzet. Su entusiasmo colmó con creces mis expectativas. Pensé en Julie Depardieu inmediatamente para el papel de Isabelle. Su gran simpatía es tan evidente que se ajusta a la perfección a ese personaje de la amiga con la que se encuentra Amélie y que acepta su estratagema. Me parecía que el contraste con Judith Godrèche funcionaba a la perfección. Con el resto de actores, ocurrió de la forma más sencilla posible. Todos aquellos en los que pensé desde un principio están en la película. El único personaje para el que tuvimos que recurrir al casting tradicional fue el de William. Teníamos en mente contratar a un joven desconocido y ¡sorpresa! Gaspard Ulliel se presentó a los ensayos. Y el papel le iba como anillo al dedo.


P: A menudo le describen como el heredero de una tradición literaria francesa...

R: No sé muy bien qué quiere decir exactamente tradición literaria francesa. Quizá signifique cierto gusto por la ironía y una determinada manera de hablar del sentimiento, del deseo, de la moral, como si estuvieras en un laboratorio donde los experimentos solo se pueden realizar a condición de que sean novelescos. Es lo que podemos encontrar en la literatura francesa del siglo XVIII, por ejemplo. Por lo que a mí respecta, diría que hago películas que privilegian el relato y lo novelesco, lo cual no tiene nada que ver con la etiqueta de “literario”. Es un contrasentido: por naturaleza, el cine no es literario.


Declaraciones de los actores

PASCALE ARBILLOT

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Interpreto a Zoé, la mejor amiga de Isabelle (Julie Depardieu). Como Isabelle no tiene novio pero sí una visión bastante triste del amor, Zoé decide ayudarla, a su manera. Digamos que se libra del sentimiento de propiedad amorosa. Convierte la noción de compartir en el centro de sus preocupaciones.


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: ¿Es amar un arte? No estoy segura, pero si lo es, lleva mucho tiempo llegar a dominarlo. Hay tantos datos desconocidos: qué somos, quién es el otro... No hay ninguna escuela de amor. ¡Menos mal! ¡Sería una estafa!


P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: Desde un punto de vista personal, diría que no me ha enseñado nada. Pero en algunas películas, en algunas escenas, he encontrado resonancias emocionales que me han marcado. Recuerdo sobre todo una escena de MEMORIAS DE ÁFRICA, de Sidney Pollack, en la que los dos personajes hacen el amor. No se ve nada, los intuimos y, sin embargo, tenemos la sensación de abrazar sus pensamientos. A menudo en el cine el amor se reduce a clichés o a una falsa intimidad. A veces, raramente, es otra cosa...


JULIE DEPARDIEU

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Soy un personaje un poco gruñón que no cree en nada y, curiosamente, tal vez todo me pase a mí.


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: Si quiere, vuelva a preguntármelo en 30 ó 40 años. Tendré una idea más precisa.


P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: Que no es cine.


ARIANE ASCARIDE

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Soy Emmanuelle, una mujer que tiene una relación estable con un hombre encantador, muy cariñoso, pero que no es exactamente la encarnación de la fantasía. Emmanuelle se encuentra en un momento de su vida en el que se plantea que quizá no ha vivido lo suficiente. De pronto, caminando por la calle, empieza a desear a todos los hombres. ¡A todos! Lo que quiere finalmente esta mujer es transgredir lo prohibido. Pero, como su marido acepta la situación, las cosas no salen como esperaba. Porque cuando lo prohibido deja de serlo...


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: Amar lleva toda una vida. Es como la cocina, mejora constantemente. El arte de amar requiere creación permanente e inventiva. Es, sobre todo, una mirada real al otro. Hay que amar al otro tal y como es, y no intentar moldearlo conforme a los deseos propios, lo cual suele ser la gran tentación en la pareja.


P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: Sobre todo me ha dado una imagen falsa e idealizada. De niña pensaba que era Sissi Emperatriz e imaginaba que los hombres saltarían desde un acantilado por mí. ¡Es horrible lo que se les pide a esos pobres chicos! Pero el cine permite pensar y soñar con el amor. Ayuda, pero no enseña. La prueba es que, estando en pareja, a menudo se dice la frase: «Por favor, no montes una escena».


FRÉDÉRIQUE BEL

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Soy la vecina de Achille (François Cluzet). Acabo de mudarme, después de la ruptura con el primer hombre de mi vida... y me siento perdida, en busca de respuestas sobre los hombres y, con el tiempo, de un nuevo encuentro... pero bajo mis condiciones.

Mis condiciones son para volver loco a cualquiera... y Achille va a someterse a ellas a lo largo de toda la película: exploro, interrogo, atormento, culpabilizo, provoco, huyo... ¿Qué quiero? Realmente no lo sé. Quizá que no me pregunte mi opinión, que me estampe contra la pared y me arranque la ropa interior con los dientes. Pero, ¿cómo podría confesar semejante deseo? No, es él quien deberá tomar la decisión. Me encantó ver a François Cluzet prestarse al juego del vecino desesperado...


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: El arte de amar es la manera de zambullirse en una nueva historia con la curiosidad de un niño, no esperar nada y vivir el momento presente como si fuera un regalo eterno.


JUDITH GODRÈCHE

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Soy Amélie, una mujer con una gran necesidad de dar. Intentando permanentemente hacer feliz a la gente de su entorno, llena un vacío afectivo personal. A Amélie le gustaría amar. Se convence a sí misma de que quiere a su marido, pero en realidad la persona a la que realmente ama está aún por llegar...


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: El arte de sublimar las cosas más sencillas, de esmerarse en un detalle sin importancia, de disfrutar de cada minuto de la relación, sea duradera o fugaz. Es poder darlo todo, todo el tiempo, sin tener nunca el sentimiento de perder algo, sea lo que sea. Amar es ser dos en el duelo entre el mundo y uno mismo.


P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: El cine me miró con amor siendo muy joven, por lo que me crié con la ilusión de que el amor estaría ahí siempre. El cine me ha contado historias y, a través de ellas, he sabido encontrar mi propia verdad. He amado apasionadamente todas las mentiras que me ha contado el cine y, en el fondo, continúo pensando que esas mentiras son ciertas.


ÉLODIE NAVARRE

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Interpreto a Vanessa, que vive con su novio, William, alias Gaspard Ulliel. Prometo a Louis, alias Emmanuel Mouret, pasar una noche con él. Por amor, prefiero hablar antes con William. Quiero compartirlo todo con él. Estoy convencida de que nuestro amor es lo bastante fuerte como para encajar cualquier cosa.


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: Amar es sin duda una forma de arte. Y, como en todo arte, existen distintas formas de abordarlo. O se nace enamorado, o fantaseamos sobre el amor, o lo conceptualizamos. En cuanto a mí, todo depende del binomio...


P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: Enseguida me di cuenta de que la intensidad de las historias de amor cinematográficas es muy difícil de alcanzar en la vida real. Por supuesto, aspiramos a vivir historias de una intensidad comparable a la de las que vemos en la gran pantalla, pero... Dicho esto, los papeles que he interpretado me remiten a veces a mis propios sentimientos, permitiéndome así conocerlos mejor.


LAURENT STOCKER

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: Interpreto a Boris, el librero que cree amar a Amélie, encarnada por Judith Godrèche. Boris es un hombre que busca el amor y sucumbe a los encantos de su mejor amiga. Incapaz de inhibir su deseo, decide decírselo. Ahí empieza su complicada historia...


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: Me gusta esa denominación, ya que, de hecho, creo que el amor es un arte. Todo empieza con el arte zen o el arte del Kama Sutra. Primero hay que acumular una gran cantidad de conocimientos teóricos y después intentar ponerlos en práctica. Louis Jouvet decía sobre el arte del actor: «Pon un poco de arte en tu vida y un poco de vida en tu arte». Sobre el arte de amar, podríamos decir: «Pon un poco de amor en tu vida y un poco de vida en tu amor».

P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: En la práctica, pocas cosas. En la adolescencia, cuando quieres besar a una chica (se lo has visto hacer a los actores americanos), acabas besándole la parte superior de la barbilla. Pero el cine me ha enseñado lo más bonito en materia de amor que puedes aprender de él: precisamente el amor al cine.


GASPARD ULLIEL

P: ¿Quién es usted en la película y a quién ama?

R: En la película soy William. William ama a Vanessa y ella le corresponde. Sin embargo, a Vanessa le intriga cada vez más la idea de una experiencia extraconyugal... Eso sí, ¡sin sentimientos! Es simplemente «por curiosidad». William, por vanidad y una fingida desenvoltura, acepta. Son una pareja «libre». La simple idea de engañar, ¿se considera engañar?


P: ¿Qué es para usted el arte de amar?

R: Amar no es un arte. El arte responde a una insuficiencia y el amor es una plenitud.


P: ¿Qué le ha enseñado el cine sobre el amor?

R: Que hay que evitar El desprecio incluso si estás al borde de huir y llegar Al final de la escapada.

Que Una mujer es una mujer...

Que uno tiene que Vivir su vida sin hacer Banda aparte.

Y hacer un Elogio del amor sin traicionar Nuestra música.