Un científico adelantado a su época. Un inglés con aires de grandeza. Un sanatorio mental repleto de enfermos. Un valle perdido en los Pirineos. Unos habitantes olvidados. Una cámara de 16mm en el año 1933. Esos son los ingredientes de ANÁLISIS DE SANGRE AZUL.

La película está localizada en los Pirineos Aragoneses y en la sierra salmantina de Béjar. Ha sido rodada en formato de super-8 y 16mm por la directora novel zaragozana Blanca Torres y el cineasta salmantino Gabriel Velázquez (Mención Especial del Jurado Generation en la Berlinale por su película Ártico). Está protagonizada por el modelo internacional sueco Anders Lindstrom y el grupo de teatro Arcadia de Huesca, dedicado a la integración de personas con problemas de salud mental.

Además de resultar un film de aventuras por las montañas, ANÁLISIS DE SANGRE AZUL es también un estudio antropológico y etnográfico de la España de 1930.


Notas de Blanca Torres (directora)
Cuando viajo al Pirineo, sobre todo a los valles más inaccesibles, puedo percibir el pasado flotando todavía en el ambiente. Es denso. Quizás sea por el aislamiento que han sufrido sus pueblos durante siglos y siglos, pero es una atmósfera nebulosa que nos parecía imposible de esculpir sobre un soporte digital.

Decidimos prescindir de la alta definición y su aparatosa tecnología para simplificar el equipo de cámara a una diminuta cámara de super8 y las tarjetas digitales las sustituimos por bobinas. No fue fácil gestionar el vértigo de no poder chequear ninguna escena en rodaje, y la incertidumbre se volvió casi insoportable en los meses de espera del revelado.

Ni siquiera nos habíamos podido asomar a un visor durante el rodaje, así que cuando llegó la película 3 meses después, pudimos verla por primera vez. Fue gozoso poder disfrutarla como espectador, como si el director hubiera sido otro. Y en efecto, siempre habíamos considerado la película como una obra documental filmada por el psiquiatra Pedro Martínez, así que era un alivio dejar toda la responsabilidad en los caprichos de este tercer director imaginario. Sus objetivos clínicos, su fascinación por el paciente "El Inglés", sus elipsis selectivas, sus derivas etnográficas y naturistas; en definitiva, fueron sus pulsiones las que habían terminado por encuadrar esta película.


Notas de Gabriel Velázquez (productor y co-director)
Conocí a Blanca Torres en el año 2001, cuando comenzamos a ser vecinos en el madrileño barrio de Lavapiés. Ella era una joven guionista en busca de su sueño cinematográfico y yo estaba produciendo un precioso documental sobre el llamado Nuevo Cine Español de los años 60.

Después de trabajar juntos en varias películas, en invierno de 2014, justo antes de estrenar "Ártico" en la Berlinale, nos lanzamos al rodaje de "Análisis de sangre azul", una idea que tenía Blanca desde hace años y que esta vez dirigiríamos juntos. Los grandes recueros de su infancia y su adolescencia en Los Pirineos, le hacían tener una fe ciega en el proyecto y eso se nos contagió a todo el equipo. Ella es el alma mater.

Un científico adelantado a su época. Un inglés con aires de grandeza. Un sanatorio mental repleto de enfermos. Un valle perdido en los Pirineos. Unos habitantes olvidados. Una cámara de 8mm en el año 1933. Esos son los ingredientes de nuestra película.

Pero además de ser una película de aventuras pirenaicas, "Análisis de sangre azul" puede considerarse un estudio antropológico y etnográfico de la España de 1930, centrado en un paraje perdido e incomunicado de los Pirineos Aragoneses. En el mismo lugar donde hace unos años se organizó una caravana de mujeres para llevar nueva vida a la comarca. Nos situamos en un sanatorio mental donde un doctor en psiquiatría, no sabemos si un tanto alocado, rueda películas sobre sus pacientes y aprovecha la llegada de una especie de mesías inglés para cambiar la vida del valle para siempre.

Esta película ha sido una aventura por los valles y por nuestras emociones. Un acto de amor por recuperar el alma de las montañas.


Han dicho
"Gabriel Velázquez y la debutante Blanca Torres no buscan dar respuestas con esta inclasificable obra, sino plantear nuevas cuestiones para forzar (una vez más) los límites entre ficción y documental. Desde el romanticismo de las primeras películas paisajísticas y en contraposición a la saturación de imágenes de la actualidad, los directores de este travieso artefacto (donde no falta el humor) nos trasladan al valle de Valdellomar con la indisimulada intención de homenajear y recuperar la mirada incontaminada de los pioneros". - José Féliz Collazos. CAIMÁN CUADERNOS DE CINE.