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Los buenos demonios cartel reducidoLos buenos demoniosDirigida por Gerardo Chijona
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Tito tiene 23 años, una madre que le adora y un coche que le permite ganarse la vida honradamente. Para sus vecinos es un muchacho formal y educado. Nadie sabe que detrás de esa fachada se esconde alguien con una visión pragmática de la vida. Y eso implica cometer actos terribles. Actos por los que, quizás, un día tenga que pagar. Pero a Tito no le preocupa el futuro. Solo existe el presente. La realidad cubana de hoy, tal y como es. Sin adornos. Y sin lamentos.


Argmento
Tito es un joven cubano de 23 años que habita en un edificio de apartamentos en el extrarradio de La Habana. Vive de lo que saca como taxista usando el carro de su madre, Paquita. Tito no tiene estudios universitarios. Ni grandes ambiciones. Comparte piso con su madre y tiene fama de buen vecino. En muchos aspectos, Tito es un muchacho ejemplar, si no fuera porque cada cierto tiempo asesina a alguno de sus clientes, preferiblemente turista y extranjero, para conseguir dólares o euros que utiliza en mejorar la vida de gente que conoce. Y no siente culpa por eso. Ni por nada. Su única debilidad es su vecina del quinto piso: Sara. Una mujer que le saca quince años, pero por la que siempre ha sentido una debilidad especial. A Tito le encantaría tener más intimidad con ella, demostrarle que hace mucho que dejó de ser el adolescente hijo de Paquita.

Y Sara lo sabe. Pero tiene otras preocupaciones. Hace ya un año que está sin trabajo. Su puesto de secretaria ejecutiva en la Ópera Nacional fue de los primeros empleos suprimidos por el gobierno en esta nueva fase de actualización del modelo socialista. A sus 39 años, Sara debe reinventarse.

Tiene un hijo de dieciséis años que mantener, y por eso tira de su frustrada formación como violinista para dar conciertos en funerarias estatales acompañada de un tenor jubilado. Ese es su día a día. Interpretar requiems y adagios en salas llenas de dolientes. Y apenas tiene tiempo para sí misma. Aunque ahora que su hijo Guido ha recibido una beca para estudiar en China durante un año, quizás las cosas cambien. Quizás sea más receptiva a las insinuaciones de su vecino Tito. O de su ex marido Rubén, que administra un restaurante privado en el que todo parece ir bien. Señal de que el capitalismo a la cubana tiene futuro.

Aunque le duela a Paquita, madre de Tito y revolucionaria ortodoxa que ve cómo el modelo político al que le entregó su juventud se convierte en otra cosa. Algo indescifrable. Sin nombre. Y por eso quiere que su hijo deje el taxi y empiece a estudiar una carrera. Porque las cosas están cambiando y pronto volverá a valorarse a los que tengan una profesión. El problema es que Tito no ve la vida de esa manera. Y Paquita no sabe cómo convencerlo. Cómo explicarle que el destino es muy ingrato, y un día te sientes muy seguro de lo que eres y lo que quieres, y mañana descubres que estás solo y no hay forma de escapar de esta sensación amarga de fracaso. Es lo que le ha pasado a ella. Aunque nunca lo diga. Aunque se lo trague.

Paquita no quiere ese destino para Tito, y logra conseguirle una beca para estudiar en el extranjero. Aunque su hijo se niegue a cambiar su vida, ella persiste. Y en ese empeño, buscando los papeles que necesita para legalizar los trámites, descubre una verdad terrible, la que ha escondido Tito tras esa máscara de hijo ejemplar.

Paquita tendrá que tomar una decisión traumática, que marcará para siempre la vida de ella y de su hijo.

Los Buenos Demonios pretende ser un calidoscopio de la realidad cubana de hoy, con sus virtudes y sus miserias, con su humor y su desdicha. Un viaje al corazón de un país en pleno proceso de transformación social. Un viaje lleno de imprevistos, y por eso mismo, fascinante y maravilloso.


Los personajes
Tito
Blanco, 24 años. Por su apariencia, parece de menor edad. Con nivel de estudios secundarios, pero sin intenciones de continuar una carrera universitaria. Prefiere ganarse la vida trabajando como taxista por cuenta propia. Adora y cuida a su madre, Paquita, con la que tiene una excelente relación. Secretamente enamorado de Sara, su vecina, logra establecer una relación sentimental con ella. Solidario con sus amigos. Bajo su imagen adolescente, es también un ser calculador, frío, violento, capaz de cometer actos terribles, sin remordimientos de conciencia.

Rubén
Blanco, 48 años. Dueño de un restaurante particular. Ex-esposo de Sara, con quien tiene un hijo adolescente, Guido. La pareja se separó por infidelidades de Rubén. Combatiente internacionalista. Ex-presidiario. Ha aprovechado los cambios en Cuba para abrir un negocio privado. Es machista, cínico, impulsivo, emprendedor. Es de una generación que alguna vez creyó en el sistema y que ha sabido adaptarse a las circunstancias para mejorar su estatus de vida.

Paquita
Blanca, 58 años, doctora en medicina. Adora a su hijo, Tito, a quien trata siempre de encaminar por la buena senda. Trata de convencerlo a que abandone su relación son Sara y, al no lograrlo, se enfrenta a ella. Trabajadora ejemplar, solidaria y preocupada siempre por sus pacientes. Mujer de una ética intachable, incorruptible, firme aún en sus ideales de juventud. Pertenece a una generación que aún cree en los valores de la Revolución

Sara
Blanca, 42 años, ex-violinista. Es aún una mujer hermosa, atractiva. Al ser despedida de su trabajo en la Orquesta Nacional, se gana la vida tocando el violín para un cantante de ópera en funerales. Ex–mujer de Rubén y madre de Guido, quien estudia en China. Es una mujer sola, decepcionada de su relación anterior con el padre de su hijo. Halagada por las atenciones de Tito, decide establecer una relación sentimental con él.

Molina
Blanco, 68 años. Co-propietario con Rubén de un restaurante. Chef con gran experiencia. Trabajador incansable. Tiene un fino sentido del humor. Lleva las cuentas en el negocio y tiene una relación armónica con Rubén.