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My mexican bretzel cartel reducidoMy mexican bretzelDirigida por Nuria Giménez
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'My mexican bretzel' es la ópera prima de la directora catalana Nuria Giménez, producida por Bretzel & Tequila.

Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guion en la sección Cine Español del Festival de Gijón, Premio Found Footage en el Festival de Rotterdam y Premio del Público en el D'A Film Festival, celebrado en Filmin.

En el vórtice improbable entre los melodramas clásicos, el documental de creación y la naturaleza del "found footage". Ahí se sitúa My Mexican Bretzel como una gema reluciente. A través del diario íntimo de una mujer de clase acomodada y las filmaciones caseras de su marido entre los años 40 y 60 del siglo pasado, recorremos la vieja Europa en una especie de ensueño romántico. Un viaje al que solo el cine con mayúsculas es capaz de invitarnos.


Notas de la directora (Nuria Giménez Lorang)
"Esta película nace a raíz de una muerte. Me parece hermosa la idea de que la muerte, con toda la tristeza y el dolor que conlleva, también puede dar a luz a un nuevo proyecto, a una nueva vida.

Mi abuelo, Frank A. Lorang (India, 1913 – Suiza, 2010), tenía medio centenar de bobinas de 8mm y 16mm con imágenes increíbles que había filmado él en los años 40, 50 y 60 del siglo pasado. A pesar de tener buena relación con él, nunca mencionó la existencia de ese material. Todos esos kilos de celuloide en los que él había atrapado pedazos de vida, infinitas historias, y momentos fascinantes pasaron 40 años en la oscuridad de su sótano.

Casi un año después de que hubiese fallecido, acompañé a mi madre a Zurich, donde él había vivido gran parte de su vida, y allí encontramos las latas, perfectamente apiladas, ordenadas y etiquetadas. Yo me sentí como un pirata que encuentra el tesoro. Sin saber ni lo que contenían ni en qué estado estaban, sentí gran entusiasmo y una curiosidad casi dolorosa por saber lo que escondían. Así que las cargamos en el coche y nos las llevamos hasta Barcelona, donde vivimos.

El cine digital es muy ligero, pero el analógico pesa lo suyo. Y más si vives, como yo vivía entonces, en un sexto piso sin ascensor. Subí todas las bobinas y luego las fui volviendo a bajar para llevarlas a digitalizar en lotes de dos o tres. Siempre que iba a recogerlas, volvía casi corriendo a mi casa para ver el resultado.

A medida que fui descubriendo las maravillas que allí había, tenía cada vez más claro que iba a hacer algo con ellas. Intuía que en algún lugar de ese material se ocultaba una historia de varias capas, aunque desconocía qué forma final iban a adoptar. Pensé que el mejor modo de descubrirlo era dejarme llevar por las imágenes y disfrutar de la gran oportunidad que se me brindaba al poder trabajarlas con total libertad.

Como por arte de magia, dar una nueva vida al material que filmó mi abuelo, hizo que muchas otras cosas y personas extraordinarias cobrasen vida también. Y por ese regalo impagable, a él, a mi abuela y a mi madre les estoy eternamente agradecida."