Territorio Flamenco

De gritos y susurros está colmado el cante. Hubo siempre dos formas de disponer el quejío: una desde el tino, la certeza del tempo y el tono; otra desde el desatino espasmódico, el grito brutal. Corren tiempos para la belleza apasionada dicha con ilustrado temple. Hay eminente cantera, plena de sentido y sensibilidad. Territorio flamenco es una reunión de esas primeras voces de lo jondo dispuestas para darse un capricho, un gustazo. No hay más, y mucho es.

Flamencos de ahora cantan la música popular del siglo XX, con alma, condición y seso. Un equipo de primera división preparado por nuestro seleccionador favorito, Mr. Isidro Muñoz, y asistido por un cuadro técnico superlativo, insuflan la semilla del quejío a singulares piezas del repertorio musical de nuestro tiempo.

Ya en su época la formidable Niña de los Peines, Pastora Pavón, siempre a la orden del día nunca traicionando su tradición, se arrancaba por rancheras, charlestones y demás modernidades. Con el tiempo se impondrán en los lugares más flamencólicos los llamados cuplés por bulerías, urgentes adaptaciones festeras de éxitos del momento... Hasta Camarón cantaba "El Rosario de mi madre". Mas estamos a años luz de aquellas maneras. En la edad de oro del afortunado modular cantaor, Territorio flamenco presenta un heterogéneo surtido de estandars musicales: tangos, boleros, temas pop, coplas, etcétera; vistos desde una concepción ajena a las socorridas recreaciones en clave de tomaketoma. En gran medida suenan las canciones tal cual, pero en las voces magníficas de flamencos con pedigrí; cada uno con su estilo particular, mil maneras de decir y una sola de sentir; todos sonando a gloria. Y aún diría más: escuchamos en algunos casos las más asombrosas y conseguidas interpretaciones de las obras originales. Escuchen y opinen ustedes. Pasen y vean dónde se encuentra la antítesis del vocear karaokero.

También hay un lugar en el Territorio flamenco para la adaptación festera en tiempo medio. Está ese particular e intenso recuerdo a Lola Flores y La Paquera, a cargo de la musa camaronera Remedios Amaya. Canta en primerísima persona, con el yo por delante. Aunque el momento de auto proclamación más cachondo, más gaditano, lo trae la veterana voz "tizná" del galán Rancapino en "Bésame mucho", cuando se dice ole en pleno musitar comprometedor. Antes la benjamina, Ángele, hija de Tomatito, que le da calor, prodiga frescura en su afinadísima y chispeante versión de Police. Atención, es un descubrimiento. Y una grande del compás, La Susi, se desgarra con ángel en una bien traída adaptación de otra famosa pieza de Sting. José Mercé presta su rotundo metal de máxima figura a "El breve espacio en que no está", del querido Pablo. Carmen Linares, primera dama cantaora, acredita de nuevo que sabe lo que canta en su afortunada, en su magistral interpretación de "Se equivocó la paloma". Miguel Poveda, quien crece artísticamente en progresión geométrica, nos deja un perfecto tangazo conmovedor. Y Arcángel alcanza el delirio en el infinitamente matizado recuerdo bulearero a Miguel de Molina. Sonrisas y lágrimas: "Hello Dolly" y "Nostalgias", por el ritmo embriagante de Diego Carrasco y el sublime esplendor canoro de Estrella Morente.