Nota de dirección (por Borja Cobeaga)
Tenía claro que algún día escribiría un guión sobre ser padre. A pesar de que mi hijo tiene ya cinco años hasta ahora no había encontrado el vehículo para contar mi experiencia. Las alegrías, preocupaciones, afectos y desvelos de la paternidad son muchas pero a mí me interesaba particularmente una estampa: yo contemplando a mi hijo viendo la televisión.
Por un lado es un momento tranquilo, de paz, porque está concentrado en sus dibujos y no está buscando tu atención para jugar al pilla-pilla, por ejemplo, que es agotador para un tipo de más de 40 años como yo. Pero por otro lado está la culpa: lo planto delante de la tele porque es lo cómodo y no puedes permitir que se quede ahí mirando la pantalla durante horas como un zombie.
En ese punto, es tentador pensar que tú te criaste viendo horas y horas de tele y en realidad no ha pasado nada. No ha salido nada mal. Has salido "normal". Pero, ¿es eso cierto? De esta pregunta surge lo que quiero contar en Los Aitas. Porque yo no fui educado de la misma forma que mi hijo.
Básicamente porque yo no soy mi padre y seguramente mi abuelo lo hizo con él de una forma distinta. En pocos años, los modelos de paternidad se han sucedido vertiginosamente. Tu padre te tuvo con 20 años, tú tienes el doble de edad cuando tu hijo ha nacido. Tu madre era ama de casa, tu mujer trabaja en una oficina. Tu padre te apalancaba delante de la tele cada tarde, tú te escandalizas si ve demasiados capítulos de La Patrulla Canina. Al final lo que quiero contar tiene que ver con ser padre pero también con ser hijo.
De ahí situar la historia en 1989, porque es un momento en que el mundo cambia pero también el rol de padre se está transformando. La caída del muro de Berlín o de las chimeneas de Altos Hornos de Bizkaia simbolizan un punto de no retorno: lo que nos parecía eterno, desaparece.
Ese cambio lo viví cuando más o menos tenía la edad de las niñas protagonistas. En esos años, mi padre era como alguno de los padres del guión y los padres de mis amigos guardaban parecido con el resto de personajes de padres. Eran años duros de atentados de ETA, el paro crecía y en Euskadi pocos habían oído hablar de la palabra Guggenheim. Pero a pesar de esa aridez cotidiana, de ese peso que el escritor Bernardo Atxaga decía que llevábamos los vascos ("Cuando nos liberemos de él, vamos a levitar dos metros por encima del suelo", afirmó), había risas. A veces era una risa de esas de reír por no llorar pero ahí se maceró lo que años después plasmaríamos en Vaya Semanita u 8 Apellidos Vascos. Que se podía ser vasco y además gracioso.
Por eso Los Aitas es una comedia, porque el viaje de Bilbao a Berlín de los protagonistas sirve para reflexionar sobre las diferentes maneras de ser padre y ser hijo (hijas en este caso) desde el humor y la ternura. Un trayecto en autobús en el que los padres caen en la cuenta de que su mundo ya no es el que era y que las reglas con las que crecieron han cambiado. Que ese "ser normal" ya no significa nada porque si hay un concepto que caduca rápido es la normalidad.
Nota de producción (Valérie Delpierre, Alex Lafuente, Nahikari Ipiña)
"La caída del muro de Berlín generó buenas fotos. Pero todo comenzó en los astilleros" - Lech Walesa.
Los muros caen, las fronteras se abren, la sociedad europea avanza... los únicos que todavía no se han dado cuenta de ello son nuestros protagonistas. Los Aitas es un viaje real, en autobús, de Bilbao a Berlín en 1989, por una Europa inmersa en un movimiento de cambio que determinará su futuro; pero es también un viaje hacia la toma de conciencia y la reconciliación de cuatro padres con sus hijas y con su sitio en el mundo, un camino que cuestiona la masculinidad y la paternidad en un momento de cambio generacional.
En la tradición del mejor cine británico, entre la crítica social y la comedia para todos los públicos, Los Aitas son esos trabajadores de The Full Monty (1997) que se ven obligados a "desnudarse" de sus prejuicios para sobrevivir; son esos parados de Los Lunes al Sol (2002) que han perdido su sitio en el mundo, aunque sin ser conscientes de ello; y son esa familia de Little Miss Sunshine (2006) que ve el camino para salir de sus desastrosas vidas a través de una niña sin complejos que les enseña de nuevo a ser padres.
Es un placer poder trabajar con Borja Cobeaga en este proyecto, el que será su vuelta a un cine más personal, pero con una vocación clara de llegar a un público amplio y diverso. En su extensa carrera como guionista ha demostrado con creces su capacidad de conectar con los espectadores; pero es en las películas que ha dirigido donde se descubre su mirada irónica y tierna.
Queremos que Los Aitas sea una comedia amable, para un público amplio, que nos haga reflexionar sobre la paternidad y sobre los roles que hemos asumido como nuestros en una España en cambio. Queremos que toda una generación se vea retratada en esos padres, y también que a los padres de ahora se les tuerza un poco la sonrisa cuando se vean reflejados en algunas cosas que igual no han cambiado tanto en estos 30 años.
Personajes principales
ÓSCAR - Quim Gutiérrez
(42 años) / Un obrero catalán que se enamoró de una vasca y se mudó a las afueras de Bilbao para formar una familia y trabajar en los Altos Hornos. Enviudó hace poco y no ha sabido manejar la desaparición de su mujer. Con su hija no ha hablado del tema, ha preferido callar y obviar el problema. Óscar tampoco ha sabido digerir que lo mandaran al paro cuando hubo una avalancha de despidos en la fábrica. Piensa que la crisis es pasajera, que la empresa volverá a vivir una época de esplendor.
Pasa más tiempo en el bar que en su casa. Es su suegra la que se encarga de cuidar a Sandra, su hija. Óscar tiene mal carácter, es sarcástico y bastante egoísta, lo que hace que tenga ínfulas de líder en el grupo. A veces consigue mandar, a veces no.
NÉSTOR - Iñaki Ardanaz
(44 años) / Otro parado de la fábrica, pero en este caso un tipo que mira hacia el futuro. Ha gastado el dinero de la indemnización por despido en montar un videoclub. Se considera a sí mismo un emprendedor, un empresario con visión. Tiene dos hijos: Alaitz y Gorka. Su hijo varón le preocupa un poco, porque lo considera "rarito": no le gusta jugar al fútbol, no hace lo que hacen otros chicos… Néstor es un padre tradicional, muy inseguro y preocupado por el qué dirán, y que Gorka no sea "el capitán del equipo de fútbol" lo tensa.
Siempre con ganas de agradar a los demás, Néstor tiene un carácter afable, algo nervioso e ingenuo. Su complejo de "segundón" le hace querer ser más sociable y más activo.
ANDONI - Mikel Losada
(44 años) / El más introspectivo del grupo de amigos. Quizás su melancolía procede de la separación de su mujer y de que se va a ir a otro lugar a buscar trabajo, tras quedarse en el paro, como el resto. Se parece a los demás en que "tapa", no cuenta las cosas. Con su hija no ha hablado de que se larga, aunque su futura ex le urja para hacerlo. Todos son muy "para adentro" en cuanto a carácter, pero Andoni lo es especialmente.
No es huraño como Óscar, pero también le gusta tirar de sorna y Néstor, con su ingenuidad, suele ser el blanco de su sarcasmo. Su carácter reflexivo hace que sea el padre con más sentido común. Pero eso tampoco quiere decir que sea muy sensato…
JUANMA - Juan Diego Botto
(43 años) / Es el ajeno al grupo de padres porque no era obrero de la fábrica sino directivo. Pero también lo han echado, así que es otro damnificado de la crisis. Juanma se ha quedado paralizado tras el despido. Él estaba allí por ser hijo de uno de los jefes. No tiene estudios, todos sus contactos los tenía en una empresa que parece que va a echar el cierre definitivo. Siempre ha llevado una vida acomodada y ahora él y su familia han tenido que mudarse a un piso más pequeño, más humilde, más acorde con su nuevo status. Juanma no sabe muy bien qué va a hacer con su vida, porque a él no le han educado para tener iniciativa.
Nunca ha sido una persona muy segura de sí misma, pero desde el despido, su timidez y su miedo a afrontar el día a día han crecido. Para su mujer y sus dos hijas es un fantasma que se pasea por la casa en bata y pantuflas. Tiene que reaccionar…
NINA - Laura Weissmahr
(32 años) / La entrenadora del equipo de gimnasia rítmica del colegio Blas de Otero es también la profesora de Matemáticas del centro. Nina se fue de Alemania por asuntos familiares, quería poner tierra de por medio por una malísima relación con su padre. Primero recaló en Francia y no sabe muy bien cómo acabó a las afueras de Bilbao. Allí encontró trabajo. No hay otra razón. Y que está más lejos de Alemania, también...
Pero ahora tiene la posibilidad de volver a Berlín por un campeonato de gimnasia infantil y no quiere desaprovechar la oportunidad.
Nina es una mujer fuerte y con carácter, pero por encima de esa dureza está la perspectiva que tiene sobre las relaciones de los padres y sus hijas. Como educadora, como mujer extranjera y de otra generación, tiene perspectiva y perspicacia acerca del problema de incomunicación que tienen las niñas con sus padres. Y eso va a servir de mucho en este viaje.
PADRE ARRUPE - Ramón Barea
(70 años) / El conductor del viaje en bus es un sacerdote, profesor jubilado del colegio. También sacerdote, que dio clases a varias generaciones de chavales y chavalas. Incluida la de los padres de las niñas, que sufrieron un método educativo del pasado, anclado de la mano dura y la severidad. Por su rudeza, al padre Arrupe lo llamaban "Tarzán", y Néstor, por ejemplo, tiene alguna marca física de su mal carácter como profesor.
Como los tiempos cambian, al padre Arrupe lo jubilaron pronto y le pusieron a hacer otras tareas, como de conserje, recadero... Nada que conllevara que un alumno pudiera llevarse una colleja suya. Arrupe es consciente de que el mundo es diferente, pero no sabe adaptarse al nuevo panorama. De igual manera que el grupo de padres puede cambiar, quizás es un poco tarde para el padre Arrupe.
SANDRA - Vera López
(12 años) / La hija de Óscar ha heredado la coraza de su padre y parte de su irónico sentido del humor. Pero no puede escapar al hecho de haber perdido una madre y eso la hace mucho más frágil. Su abuela intenta cubrir su ausencia, aunque es complicado si no hay ayuda del padre, que no tiene que ir a trabajar pero que ha cambiado la fábrica por el bar.
Por lo tanto, Sandra es una niña rabiosa, intenta parecer fuerte, pero está llena de dudas. Tiene muchas preguntas sobre lo que pasó y este viaje servirá para responderlas. Costará, porque padre e hija son tiesos, duros, se ladran bastante. Pero dejarán el orgullo de lado y se abrirán.
ALAITZ - Irati García
(12 años) / La hija de Néstor tiene un carácter abierto, sociable y fácil de llevar es algo que sus padres tienen. Y lo usa para intentar destacar. Ve que su hermano Gorka le hace sombra, pues él se lleva toda la atención de su padre. Por eso es afable, por eso no quiere dar problemas.
Alaitz se ha creído el cuento de que su padre es empresario. Quiere verlo como ese hombre moderno y visionario, pero cuando Néstor le da una colleja al Gorka, Alaitz se rebela, harta, e insulta a su padre, sabiendo que es algo que a su progenitor le dolerá.
AINARA - Sofía Otero
(11 años) / La hija de Andoni es una niña con un sentido de la justicia muy agudo. A través de esa manera de ser se relaciona con su padre: quiere saber por qué duerme en el sofá, no le gusta que fume, y luego, cuando se entere de que sus padres se van a separar y que su padre se irá, lo sufre, se asusta mucho.
Porque detrás de sus "exigencias" se esconde una niña preocupada por su padre, que lo necesita y sobre todo que lo quiere.
CRISTINA Y BEA - Mara Garcés y Irati Goitia
(11 y 12 años) / La hija mayor de Juanma, Bea, intenta adoptar el papel de adulta en la familia, ya que su padre le parece un crío metido en el cuerpo de un hombre maduro. Por eso su vocabulario es tan amplio, su manera de hablar tan florida. Se da cuenta del fracaso de Juanma para mantener el nivel de vida de la familia y se lo reprocha. No se lo dice, pero su padre que es infantilón pero no tonto, lo nota.
Cristina, la pequeña, es lista y avispada, hace muchas preguntas y no se conforma con cualquier respuesta. No tiene claro que su padre sea un fracasado, pero algo intuye. Y al menos sabe ocultarlo mejor que su hermana mayor. Más orgullosa, menos flexible que la menor.
GORKA - Aitor Sanz Álvarez
(8-10 años) / La hija de Néstor tiene un carácter abierto, sociable y fácil de llevar es algo que sus padres tienen. Y lo usa para intentar destacar. Ve que su hermano Gorka le hace sombra, pues él se lleva toda la atención de su padre. Por eso es afable, por eso no quiere dar problemas.
Alaitz se ha creído el cuento de que su padre es empresario. Quiere verlo como ese hombre moderno y visionario, pero cuando Néstor le da una colleja al Gorka, Alaitz se rebela, harta, e insulta a su padre, sabiendo que es algo que a su progenitor le dolerá.