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Balada triste de trompeta cartel reducidoBalada triste de trompetaDirigida por Álex de la Iglesia
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1937; los monos de un circo aúllan salvajes dentro de su jaula mientras, en el exterior, los hombres se matan en otro circo: la guerra civil española, que sigue su curso. El payaso tonto del circo, reclutado a la fuerza por los milicianos, termina perpetrando, sin abandonar su disfraz, una carnicería a machetazos entre las filas del bando Nacional.

Así da comienzo esta peripecia en que Javier y Sergio, dos terroríficos y desfigurados payasos, se enfrentan a muerte por el ambiguo amor de una bailarina ………

JAVIER, hijo del Payaso miliciano. Su padre, desde la cárcel, le advierte: nunca serás gracioso. Serás el payaso triste, el que recibe las bofetadas. La felicidad la encontrarás únicamente en la venganza.

Javier intenta rescatar a su padre condenado a trabajos forzados en las obras del Valle de los Caídos, sólo para verlo morir en sus brazos, asesinado por el despiadado Coronel Salcedo.

En 1973, Javier, ya adulto, busca trabajo como payaso triste en un circo, donde coincide con un estrambótico elenco de personajes marginales, como un hombre bala, un domador de elefantes o una mal avenida pareja de amaestradores de perros. Su camino, además, se cruza allí con SERGIO……….


Los personajes

Javier
Javier es un niño que no ha podido jugar. Como yo, Javier se siente y se sabe débil por un pasado que perdió, como dice la canción de Raphael. Nada va a ir bien jamás en su vida, nunca conseguirá la felicidad plena, porque todo comenzó mal, fatal. El dolor forma parte de su organismo, como ácido sulfúrico en las venas. La vida le duele, y tiene que hacer un esfuerzo titánico por no llorar. No le pidáis que se ría.

Javier es poca cosa, y tiene papada. Pero también tiene un corazón gigantesco y muchas ganas de amar, de amar profundamente, única manera de limpiarse por dentro. Javier desea locamente a Natalia, y cuando descubre que su amor no es correspondido, se rompe en pedazos. El dolor se convierte en rabia, en furia demencial, silenciosa. Es el mensajero del dolor, una bestia que sólo quiere vengarse por malvivir una vida que parece una broma de mal gusto, un chiste sin gracia.

Su destino es el sufrimiento infinito. Esa misma ansia de venganza le impedirá ser feliz, incluso cuando al final del viaje tenga una oportunidad real de serlo. Sólo le quedará la locura, justo castigo a su soberbia desmedida.

Sergio
Sergio es el hombre. Como casi todos, Sergio es simple y violento, sobre todo violento, porque nunca piensa en los demás, sólo en su propio personaje. Sabe que es el mejor, el más gracioso, y odia a los que no lo reconocen. Sergio es grande, es fuerte y tiene una polla de hierro. La utiliza como arma o como juguete. Quiere a Natalia, pero si Natalia piensa en él. Si no, la aborrece. Cuando Natalia se distrae con Javier, Sergio quiere acabar con él. Sergio es bueno sólo con los niños. Los adora. Primero, porque él es como un niño, bruto, prehistórico, irracional. Segundo, porque le dan de comer. Son su vida. Son su trabajo. Cuando su rostro se descompone bajo las manos de Javier, pierde sus superpoderes y los niños ya no le quieren. Por eso ya no se soporta a sí mismo, y odia a Natalia, responsable de que su vida se haya hundido para siempre. Pero el verdadero culpable es Javier, esa especie de imagen invertida y deteriorada que descubre en un espejo.

Natalia
Natalia es bellísima. Como yo, Natalia no sabe cuál es su sitio en este mundo. Ama el circo y su trabajo, pero tiene el corazón arañado por un ávido deseo sexual. Desea ser poseída y dominada por Sergio todos los días. Sabe que esa enfermedad la conducirá irremediablemente a su perdición, pero no parece haber otra salida. Sin embargo, la aparición de Javier cambia las cosas. Javier es el polo opuesto a Sergio, y eso le atrae. Además, aunque sea por ignorar las consecuencias, Javier es el único que parece no tenerle miedo. Eso le hace extrañamente atractivo. Por último, con Javier está tranquila, se siente segura. Javier parece que, antes de poseer su cuerpo, quiere adueñarse de su alma, y eso es nuevo para ella. Natalia tiene que elegir entre dos monstruos, y no sabe qué hacer. Ella no deja también de serlo, a su manera, porque su sola presencia enloquece a los dos hombres y los trastorna. Natalia se ve empujada a un abismo sin solución, porque, aunque al final del camino prefiera la verdad del amor frente a la ambigüedad del deseo, es demasiado tarde. El odio generado por la angustia de su situación es demasiado profundo.